Paul Veyne muestra en este libro hasta qué punto el saber antiguo consistía en proponer recetas para la vida cotidiana antes que en proporcionar un conocimiento teórico, y nos brinda el balance crítico del estoicismo como doctrina para alcanzar la felicidad, frente a otros métodos y productos en competencia. El balance, claro está, resulta inseparable del retrato del propio Séneca y de la Roma neroniana en la que le tocó vivir, del relato en fin de una existencia auténtica y radicalmente modélica -lo que por cierto es bien distinto de aburrida-, en la que cualquier frontera entre teoría y praxis parece borrarse por completo.
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