Raymond Queneau comenzó su carrera literaria dentro del grupo surrealista, del que André Breton lo expulsó finalmente a causa de desavenencias literarias, aunque también, posiblemente, personales. Este episodio parece haber determinado su animadversión hacia las vanguardias, y Odile, escrito algunos años más tarde, es uno de los testimonios más mordaces de este episodio. Parodia cáustica del surrealismo, se trata en gran medida un roman à clef donde no cuesta mucho adivinar quién es quién... ni qué piensa el autor de cada cual.
Lea la reseña de Manuel Arranz en Diario de Levante.